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El cine fantasma (by Nino): XX.- Our Brand in Crisis

Our Brand in Crisis
"La falsa política de la imagen" (por Nino)
@CinecomioWall

Expertos en crisis
Expertos en crisis
Siempre me ha molestado esa manera delicada de tomarse la materia política como un espectáculo mediático, un anuncio de coches para llamar la atención del dinero: el más rápido, seguro, potente, fiable... pero, que evita hablar sobre la emisión de gases a la atmósfera que respiramos todos los ciudadanos. De uno o de otro lado, dando volantazos interesados a izquierda o derecha. Aunque en momentos de crisis cómo los que vivimos en la actualidad, la gente se deja llevar por motivaciones emocionales, dejando la razón en la guantera de un coche anticuado y llena de polvo.

Quizás, porque la mercadotecnia posee alrededor de un 50% de imaginación y otro tanto de mentira, mientras el ciudadano medio contempla a sus candidatos para dirigir la nación, repitiéndose y contando en los medios las mismas batallas de siempre hasta el infinito o, realizando unos comerciales para la televisión con su propaganda ideológica sin mirar el interés general. Por tanto, la política actual sólo va destinada a satisfacer a sus seguidores más acérrimos, los ayudados o contratados por las empresas en las distintas campañas. Así veremos, a aquellos interesados principales en que su líder venza en unas elecciones, dirigidos por los lobby´s mediáticos, una y otra vez... una y otra vez...

El cine y la política, se han asomado al objetivo de las masas, desde que ese invento estelar viera el negocio en la nueva industria, y por tanto, este campo repleto de ´estrellitas` mediáticas o filibusteros varios, tuvo su ventana de propaganda (o crítica) en el mundo del Séptimo Arte. De los primeros cineastas, soviéticos u orientales, europeos y norteamericanos, se pondrían manos a la obra para realizar sus visiones particulares del estado y la administración.



El expresionismo dictó una forma esencialmente onírica de fotografiar los miedos, de disfrazar la realidad debajo de sus sombras, que eran las de nuestras propias sociedades. Hasta que un actor, director y genio llamado Orson Welles, retratara desde su niñez, la vida en perspectiva de un poderoso candidato al gobierno del mundo, en Ciudadano Kane se corrobora que, el humilde ciudadano se siente abandonado y perdido, recordando la infancia adusta, ante toda una maquinaría propagandística, cuya estructura maquilla encuestas, falaces informaciones e increpaciones personales. Buscando ese interés personal ante la soledad, o para una parte determinada de elejidos, cuando el imperio de la política se aleja de los problemas que nos afectan a todos. Lo hemos comprobado tantas veces, como hoy que vemos la salida de Europa de un miembro importante difundiendo falsedades de sus dirigentes, y poniendo el voto en las manos de personas temerosas por X repercusiones económicas o sociales.

Magnificado hasta límites insospechados de desfachatez, con la crisis mundial golpeando a los más débiles. Entonces, una marca o partido, empieza a transmitir una imagen distópica de la verdad, con un discurso plagado de imaginativas ocurrencias sin base real, siendo el pueblo hipnotizado por sus movimientos publicitarios, su imagen corporativa, belleza física o intelectual. La verborragia incesante y martilleante que golpea los cerebros menos capaces, como los bolsillos y la nevera vacíos de necesidad.

Con esta película protagonizada por la Sandra Bullock, titulada Our Brand in Crisis o Expertos en
Crisis, la actriz continúa su vis cómica, de una nueva etapa que intenta romper con su pasado como prometedora novia de América. La mujer involucrada en la mentira también y la crítica social, pero manteniendo su imagen natural y divertida. Our Brand in Crisis, además cuenta con el nombre  de George Clooney y su socio Grant Heslov en la productora Smokehouse Pictures, para  abundar en esa producción de la desfachatez, la arana política con tratamiento de burla distendida y reflejando esos embustes de los candidatos o las marionetas del poder corporativo. Se ve cómo utilizan la falsedad en los contactos, obteniendo una visión universal de la campañas electorales, con la intención de obtener la mayoría de apoyos, con el rostro embaucador de un actor racial como el portugués Joaquim de Almeida.

Dos directores de campaña que diseñan la estrategia y la mirada del político, e identificando sus debilidades fuera de las pantallas o los patios de butacas del congreso. Miss Bullock y su contrario masculino interpretado por Billy bob Thornton, un experto en ablandar los corazones.
I nician las hostilidades con un sonrisa, convertidos en malabaristas circenses o profesionales del escapismo y la culpa, maniobras de distracción o golpes de efecto, para divertirnos frente al insensible líder y la pobreza de los votantes.

El patetismo burlesco que impregna al candidato, deseando parecer pulcro, aunque caiga en la falacia y el ridículo de su deslenguado discurso, en busca del control de presupuestos, esto es, de los bolsillos de todos los habitantes con derecho a voto. Si no te interesa el tema, no estás actualizado o estás viendo partidos de fútbol...

O, apagaste hace mucho tiempo la tele y desintonizaste los canales, porque los lobby´s mediáticos con fundamentos cercanos al poder, se empeñan en bombardearnos. Seguramente, vivas en algún lugar lejano de la Galaxia, pues en tiempo de votaciones críticas   (estado habitual para muchos países), la actividad política desprecia la verdad, desviviéndose por causar una ´buena` y maquillada imagen que incida sobre la decisión de los votantes, engranaje preparado para disuadirnos o conquistarnos con palabras huecas y consignas por sus altavoces habituales.

Los equipos de campaña y sus asesores de imagen, idean la estrategia favorable a sus intenciones o deseos vacuos de cambio, con el peligro que se reflejaría al final de las elecciones. En el futuro, se visualiza una división continúa, la ayuda teledirigida a los suyos exclusivamente, la inseguridad o la frustración de una sociedad civil, cada vez más desengañada.

Y en este papel está el director David Gordon Green, habituado a situaciones disparatadas como el filme Superfumados o The Sitter, para lograr generar una montaña de falacias y maquillaje, ocultando la verdadera personalidad del individuo o líder político. Pero, con el guion rebajado de un interesante guionista de nombre Peter Straughan (Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras,  La Deuda, Tinker Tailor Soldier Spy, o la surrealista Frank), con sus palabras precisas, pequeñas licencias cómicas y muchas increpaciones entre enemigos políticos, que causan un aumento cualitativo del odio, como casi siempre.

A pesar de estos datos, la conspiración propagandística funciona como un mal anuncio sobre compresas, fina o segura, pero definitivamente manchada o dolorosa como una resaca a los cuarenta. Lejos de su capacidad organizativa o administrativa de los recursos de todos. De Eisenstein a Ford o Wilder, de Kurosawa a Kubrick o Kazan, entre Scorsese, Altman, Gravas o Loach, etc..., sin la mirada crítica de los cineastas, probablemente no te hubieras introducido en el barro inmundo de las crisis políticas, con sus entresijos ocultos. Pues pareciera que esta realidad, se asemeja demasiado en distantes latitudes de este enloquecido planeta, con los mismos defectos y demostraciones calcadas de debilidad o prepotencia.

Una corrupción material e ideológica, que marcha en paralelo con subvenciones, financiaciones y promesas incumplidas, cuando el juego se ensucia con descalificaciones o ataques personales para dañar al adversario lo más posible. Y devolviendo los golpes como las mafias organizadas o tabloides de la prensa amarilla, e intentar sobrevivir a nuestra costa.


Suciedad y desacreditación de la imagen pública, vómitos de intenciones, reputación profesional por
los suelos, incluida la imagen familiar o la volatilidad de los representantes públicos de diferentes partidos. Es una guerra sin cuartel que, indudablemente, perjudica la salubridad general de la administración pública y los objetivos comunes, en favor del populismo o el extremismo.
Por desgracia, es tan habitual (mirándonos en el espejo) que un individuo se convierte en imagen de un pueblo, divagando entre lo bueno o lo malo, y el vencido candidato, que permite el ascenso peligroso de la injusticia o la manipulación para gobernar y dirigir el futuro de un país determinado. En este caso, situados en una gamberra campaña por tierras de Puerto Rico y la capital de Bolivia, curiosamente reconocida como La Paz.

El contrario, se devanará los sesos para contraatacar y cambiar los pronósticos, haciendo que la tendencia de voto se dispare a su favor con apariciones medidas por sus técnicos o usando pruebas falsas que comprometan la imagen del opuesto ideológico.  Este es el campo de batalla de este filme, a veces divertido y otras real como la vida misma, que triunfa más en el segundo aspecto cuando se pierde en mareo o vómitos de poca credibilidad o agilidad de reflejos de los guionistas.
Bullock triunfa en la comedia tibia, en busca del cambio hacia la defensa de los derechos del votante, cuando aprende que la construcción de una imagen personal o calidad humana, se diluye como una torre de naipes, desembocada por la gran mentira. Cuando el político convierte sus apariciones públicas en espectáculo tibio y contaminante, realismo de un pésimo actor manejando sus tics interpretativos, y socavar el cariño o respeto del público. Y, de paso, su dinero...

El cinismo escala a todos los estamentos, de pequeños equipos a la gran estructura económica, y una lucha privada de Sandra Bullock con su pasado en el filme y la vida real, que se plantea la acción ante la necesidad acuciante. Frente a dos actores, capaces de representar ambas caras, opuestas, de la misma falsa moneda.
Tras el escenario público, existe en el filme, un tejido de humor vitriólico y muchas relaciones entre el poder, el amor u odio, ya que sus personajes tienen el carácter conquistador necesario para aumentar los seguidores incondicionales, con abrazos, besos y, alguna que otra medida de gusto más dudoso. En fin, si deseas desintoxicarte de toda esta retahíla de improperios al natural, apariciones en entrevistas programadas y debates de bajo nivel social, puedes pasar un rato con esta fresca parodia que, aunque no te descubre nada nuevo, propone una simple realidad: no te creas todo lo que ves, ni sientas todo lo que escuches...
Simplemente la película Expertos en Crisis, es reflejo (por momentos, caricaturizado) que se adentra en el engaño de la función pública con una sonrisa burlona, y la impotencia del espectador a través de algunos resortes y trucos, que van desde la comedia de situación al enredo, por la naturaleza o labor de los medios de propaganda en la trastienda.


Tráiler  "Our Brand in Crisis"

Evoluciona con el creciente estado de opinión que enfurece a las masas por aquellas características teatrales de sus pretendientes políticos, casi delictivos cuando el personaje creado, devora al individuo racional, al anónimo en crisis bajo la máscara. Si no, ya sabes... siempre puedes pulsar el botón de apagado.

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